Relaciones laborales e inversión

En tiempos actuales de reducción de la inversión productiva y caída en el empleo en Uruguay, es necesario pensar en acciones para revitalizarla. Tenemos una Ley de promoción de inversiones que puntúa en forma relevante la creación de empleo, y sin embargo, no despegamos, y perdemos puestos de trabajo genuinos.

Uno de los factores que contribuye a fomentar la inversión es tener un ambiente amigable en materia de relaciones laborales. Éstas deberían ser de buena calidad, y desarrollarse en modo de entendimiento y cooperación, evitando conflictos que afecten la continuidad productiva.

Es necesario aprovechar este momento en que terminaron las negociaciones en los Consejos de Salarios, para construir entre los actores sociales, relaciones laborales cooperativas, privilegiando los ámbitos de diálogo institucionalizado a todos los niveles.

La competencia entre países para atraer inversiones es muy alta, y para logar ser competitivo, entre otros factores, tenemos que presentar un marco de relaciones laborales superador del conflicto. Un ambiente esencialmente conflictivo en las relaciones laborales, nos aleja de los inversores que crean empleo.

Los actores sociales deberían identificar intereses comunes y trabajar en ellos, generando confianza recíproca. La profundización en los puntos de acuerdo, será un gran facilitador para resolver los temas en los que se tienen diferencias. Naturalmente que en todo proceso de negociación, cada parte tendrá que ceder algo en pos de pacificar las relaciones laborales.

En este marco de trabajo en común, deben privilegiarse y activar con mucho compromiso, los medios de prevención y solución del conflicto laboral. Es necesario generar una cultura de diálogo social estable, que permita atender a tiempo las diferencias que puedan ocasionar un conflicto.

Para ello, es muy importante que se acuerden dichos medios de prevención y solución, y que efectivamente se cumplan. Es necesario establecer diversas etapas de diálogo, cumplirlas y agotarlas, antes de ingresar a la etapa de conflicto.

El no cumplimiento de las reglas acordadas es una mala señal para la inversión productiva. Si no se recorren todas las etapas, y a la menor desinteligencia se aplican medidas de conflicto, ello genera un quiebre de confianza en las partes.

Es muy trabajoso recomponer este clima de diálogo, donde en la etapa de conflicto, muchas veces se erosionan los vínculos interpersonales. Es más productivo y satisfactorio para las partes agotar el diálogo, que interrumpirlo abruptamente con la aplicación de medidas de conflicto.

Si se llega a la etapa de conflicto abierto, luego de agotar el diálogo, las medidas que eventualmente aplique la organización de trabajadores, deberían adecuarse al derecho establecido. La Constitución nacional reconoce el derecho de huelga, que implica no trabajar en base a una decisión tomada por el colectivo de trabajadores. Esta medida puede materializarse en una detención de actividades de corta o mediana duración. No se incluyen por tanto, medidas tales como la ocupación de lugares de trabajo y la realización de piquetes.

En este contexto, los guardianes del Derecho, que son la justicia y el gobierno, deberían utilizar sus medios constitucionales y legales para garantizar el cumplimiento de las reglas establecidas. En particular, que los afectados por las medidas puedan ejercer sus derechos constitucionales, como por ejemplo, el derecho a ejercer la libertad de trabajo.

Todos estos aspectos de las relaciones laborales, en la medida que funcionen adecuadamente y en forma fluida, contribuirán para que dentro del elenco de elementos que se consideren por los inversores para radicar una inversión productiva, sea tildado en forma positiva.