En enero de 2019 se comenzó a recaudar dinero para el Fondo de Garantía de Créditos Laborales en el ámbito del Banco de Previsión Social. Este Fondo se nutre de recursos que anteriormente estaban destinados al Fondo de Reconversión Laboral. No fue una buena decisión.
En vez de expandir la capacitación laboral, se optó por dejar el dinero inmóvil en un Fondo que es altamente probable que no se movilice. En Uruguay existe un proceso concursal, que atiende a los créditos laborales con cierto nivel de privilegio, para que puedan ser satisfechos.
Hasta el mes de mayo de 2019, el Fondo recaudó USD 900.000 y tal como sigue la tendencia, a fin de año contará con una cifra cercana a los USD 2.000.000. Este dinero se acopia en pesos uruguayos y no se invierte para hacerlo crecer, por lo que la inflación lo irá haciendo decrecer en términos reales.
Mientras tanto, en el último tiempo en Uruguay se perdieron 50.000 puestos de trabajo. Una medida lógica hubiera sido que se invirtiera más dinero para la recapacitación laboral, de forma de llegar a todos los departamentos del país. Hay una creciente necesidad de dotar de herramientas de capacitación y recapacitación laboral a los que han perdido el empleo, y también dar capacitación laboral a los jóvenes, que tienen altos índices de desocupación.
Según estadísticas oficiales, estos jóvenes cada vez más abandonan el ciclo secundario porque advierten que los planes y materias que cursan, no están enfocadas en prepararlos para los desafíos del trabajo futuro. Éste está dominado por fuertes componentes tecnológicos, por la creciente e inexorable automatización y robotización de los procesos.
Esta realidad hay que superarla, con más recursos, para que estos jóvenes retornen a la educación a través de cursos de capacitación laboral, que le permitan insertarse en el trabajo productivo.
Nuestro país debe poner más recursos para lograr este objetivo. Por esta razón, no fue una buena decisión legislativa quitar dinero que antes iba al Fondo de Reconversión Laboral.
Se decidió por Ley acumular el dinero de la capacitación en un Fondo de eventuales insolvencias patronales, que como vimos, se torna improductivo, en tanto se inmovilizan y no se invierten en fines sociales y laborales, que es lo que realmente necesita el Uruguay.