Uno de los aspectos que me enseñó mi práctica profesional es que los conflictos laborales, deberían resolverse en un breve tiempo, con la menor cantidad de roces interpersonales, y que el éxito de la solución provenga de los propios actores sociales. Éstos deben ser los artífices de su propio destino en las relaciones que mantienen, con el fin de que las soluciones que se encuentren tengan legitimidad y aquiescencia para todos.
El campo natural en que se debería desarrollar estos contactos entre los actores sociales, debería ser a través de la negociación colectiva. Es recomendable que las propias partes diseñen sus ámbitos de diálogo y sus reglas, en lo que refiere a la agenda de temas, el cronograma de reuniones, fases de negociación, etc. El diálogo debería realizarse de buena fe y con el compromiso de que mientras se desarrolla, ninguna de las partes adoptaría medidas, que destruyen el ambiente de la negociación y polariza a las partes.
Como en toda negociación, los actores deberían encontrar la mejor solución que satisfaga a ambos. Naturalmente que ninguno de ellos va a obtener el cien por ciento de lo que peticiona, pero cada uno va a ganar algo, y eso es lo que debe generar satisfacción, con el aditamento de que se logra paz social. Es lo que dicen los expertos: se debería seguir una lógica de ganar-ganar. Encontrar la solución a un conflicto exige trabajar en equipo y siempre con la impronta de aportar, construir, y no destruir los puentes de contactos interpersonales.
Las estrategias para lograr estos objetivos son variadas. Una de ellas es acordar varios escalones de negociación entre los propios actores sociales. Esto quiere decir que primero deberían negociar representantes de las partes, que estén a cargo del día a día de la relación. Si no hay acuerdo, se pasaría a un segundo nivel, donde actuarían representantes de las partes de más alto perfil.
Y si se trata de una empresa de gran volumen, se podría escalar a una tercera fase definitoria, donde actuarían representantes de los actores sociales de la rama de actividad a la que pertenece la empresa. Estas personas pueden aportar una visión más racional y soluciones, que los representantes que actuaron en los niveles inferiores, no pudieron encontrar.
En la práctica sucede que las personas que están más ensimismadas en la negociación, se detienen y rigidizan sus posiciones, y por ello, necesitan ayuda de representantes con más lejanía del diferendo y más experiencia, que tienen una visión más amplia y privilegian el futuro de la relación. Es lo que se dice comúnmente: hay que mirar el bosque en su conjunto y no solo un árbol del mismo. Hay que levantar la mira, y privilegiar el bien mayor, que es que la relación continúe en el tiempo en buenos términos.
Desde siempre sostuve que si bien hay que respetar y preservar los ámbitos institucionales de negociación, nunca hay que descuidar que existen estrategias de encuentros informales, que permiten acercar a las partes y articular soluciones, en un ambiente más descontracturado.
En estas reuniones, se pueden compartir y dialogar sobre otros temas de actualidad y de interés común, que permiten interactuar a las personas, y ahí también se tejen consensos, que luego serán utilizados como plataforma, para acercar sus posiciones en los temas laborales que están en la mesa de negociación.
Como en todo diálogo humano, cada una de las personas debe aportar su impronta, ser proactiva y colaborar para encontrar la solución. Se deberían dejar de lado las posturas radicales, intransigentes, que muchas veces están fundadas en una ideología de conflicto irresoluble entre capital y trabajo. Esta postura de conflicto permanente en nada favorece al ambiente de encontrar soluciones a los temas planteados.
Los expertos en comunicación nos enseñan que el diálogo debe transcurrir respetando ciertas reglas básicas. Por ejemplo, hablar en tono natural, practicar la escucha atenta a lo que dicen las personas, hablar cada uno a su tiempo, ser empático en el sentido de tener una postura de colocarse en el lugar del otro, no realizar gestos ofensivos o utilizar un vocabulario descompuesto que tensa el ambiente.
En otro trabajo, sostuve que todas las personas que participen del diálogo, deberían tener altas sus defensas de raciocinio, para vencer las actitudes y conductas que desafían la lógica de las relaciones humanas. Si los filtros de la razonabilidad se dañan y predominan las emociones desenfrenadas, no se pueden esperar resultados auspiciosos. Si se da esto último, prevalecerán las vías de hecho que son de épocas primitivas, que asumimos fueron superadas.